El socio decide la continuidad de Laporta
Un total de 118.528 barcelonistas están llamados a las urnas para decidir el futuro del club
El Barça afronta hoy una cita histórica en la que los socios deben decidir qué futuro quieren para el club. Si votan SI a la moción de censura, Laporta quedará inmediatamente destituido, se formará una junta gestora presidida por Xavier Sala i Martín y se convocarán elecciones anticipadas en el plazo de dos meses. Si votan NO a la moción de censura, permitirán que el presidente termine su mandato –que se acaba, recordemos, en el 2010, y que no puede volver a presentarse– y que culmine el proyecto de club para el que lo eligieron masivamente en el 2003 y volvieron a darle su apoyo hace sólo dos años. ¿Le conviene al Barça unas elecciones en el mes de septiembre? La respuesta, una vez más, sólo la tienen los socios.
MINIMIZAR LOS EXITOS
Pero, por encima de todo, lo que hay que valorar es si los errores cometidos por Laporta se merecen una moción de censura. La gestión de un presidente y de una junta directiva a lo largo de cinco años no puede circunscribirse a tres incidentes personales –bajarse los pantalones en el aeropuerto, el discurso fuera de tono ante las peñas y los gritos en el campo del Manchester United– y a los malos resultados deportivos de las dos últimas temporadas. Desde ciertos sectores se han querido magnificar los fallos, minimizando al mismo tiempo los éxitos. Acabar con los violentos, recuperar la ilusión, ordenar la economía, ganar dos Ligas y una Champions, posicionar al Barça como primera marca mundial... son logros que tienen que tenerse muy en cuenta a la hora de depositar el voto.
Joan Laporta llegó a la presidencia del Barça en el 2003, después de alcanzar una cota histórica de más de 27.000 sufragios a favor. Pero su mandato siempre ha estado marcado por la crítica –muchas veces encarnizada e injustificada– hacia su persona. Primero, por los ‘nuñistas’ que no le perdonaron su etapa de ‘Elefant Blau’ y su moción de censura de 1998. Después, por los ‘sandristas’, que le acusaron de haber obligado a dimitir al ex vicepresidente deportivo, que pasó a convertirse, desde el 2005, en una oposición en la sombra. Y más tarde, por todos aquellos que, de una u otra manera, se sintieron defraudados por las actitudes del presidente.
Firme en sus convicciones y fiel a sus referentes, Laporta se siente hoy con renovadas ilusiones para acabar su mandato y para llevar a buen puerto el nuevo proyecto deportivo que lidera Guardiola. Si los socios le renuevan hoy su confianza, el presidente podrá acometer con total legitimidad todos los compromisos que ha adquirido para hacer todavía más grande y más fuerte al FC Barcelona. Si no es así, estos mismos socios deberán escoger a su sucesor.
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