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Genios sin pelota

Genios sin pelota
Es curiosa la capacidad del fútbol para generar talentos de dudoso aprovechamiento. No resulta fácil encontrar otro juego en el que jugadores con las mejores condiciones innatas se despidan sin margen de gloria entre el aburrimiento y la vulgaridad. Una prueba más de la extraordinaria complejidad que encierra un mundo en apariencia tan sencillo.

 

Los hay que no se ubican en el campo, y entonces pierden el sentido del juego. Suelen ser víctimas del cambio climático futbolístico: la desaparición del atrevimiento y el deshielo de la mezquindad del resultado; una suerte de especies en extinción sin reserva natural disponible.
Algo así le ha debido de ocurrir a Recoba, un jugador fenomenal, una pierna izquierda descomunal, un coronel de la pelota que no tiene quién le escriba. No tiene fuerza para jugar en banda, ni recorrido para hacerlo en el pivote, ni espacio para respirar en el área. Así que nos hemos acostumbrado a verle en un banquilo y ya a nadie le sorprende. Lo que no tiene es perdón de Dios.

 

También los hay que pierden el sentido del juego, y es entonces cuando no se ubican. Les define la inconsistencia, no entender que vestidos de calle siguen siendo futbolistas, la inconsciencia del que no sabe seguir siquiera un camino marcado. Son verdaderas gambas de carne y hueso: sus piernas, su cuerpo y su corazón valen su peso en oro, pero la cabeza la absorbe todo lo que rodea al fútbol.
Adriano atravesó un drama personal y en vez de tomar al fútbol como obligatoria excusa para mirar hacia adelante, lo recibió como un motivo más de preocupación. La fuerza destructiva del alcohol como refugio de incautos y una personalidad de chicle hicieron el resto, así que quien esté interesado en seguir ahora sus andanzas debe aficionarse al Torneo Paulista.
Es un lujo impracticable, como el de la señora ricachona y obesa que se compra vestidos de alta costura y sólo los puede mostrar a los más allegados bien planchados en el armario.

 

En asuntos de recorrido, nada ocurre por casualidad, pero algo pasa en el fútbol cuando hay tantos genios en la penumbra y tantos mediocres acaparando todos los focos.

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